miércoles, 22 de mayo de 2013

¿Que es el fascista?

                                                Nacionalismo y sus males

Hemos insistido en las diferencias entre el fascismo italiano y el alemán. Sin embargo, la trayectoria histórica de ambos países presenta un fuerte parecido. Mientras que los países cercanos España, Francia e Inglaterra se habían constituido desde siglos atrás como entidades políticas, estados autónomos, Italia y Alemania se mantuvieron desde la Edad Media fragmentadas en un mosaico de pequeños y grandes estados con tradiciones y costumbres diferentes, hasta que a finales del siglo XVIII empieza a triunfar la individualidad nacional en contra del cosmopolitismo ilustrado, indiferente a los caracteres que diferencian una nación de otra, es decir, al "genio" peculiar de cada nación. Por eso, Italia y Alemania son las tierras clásicas de la idea de nación, que tuvieron que elaborar para afianzar su identidad espiritual y legitimar su voluntad de unificación en una entidad política como el Estado.

Sin embargo, profunda es la diferencia entre la idea de nación que cultivaron uno y otro país: mientras que en Alemania prevalecieron como fundamento de la nación los factores naturalistas, biológicos de la sangre y del suelo nativo sangre y suelo fueron las palabras de orden del nazismo, en Italia se afirmaron los voluntaristas y espirituales. Ni la lengua, ni la sangre ni la religión o el suelo común eran factores suficientes para constituir la nación, sino la voluntad, una voluntad consciente contrariamente a la nacionalidad inconsciente de los alemanes que sólo podía dar cohesión a la comunidad. Por eso no sorprende que Mussolini, en la línea de la tradición italiana, haya afirmado en l934 que era posible "arianizar" a un judío si esa era su elección ( lo que Hitler veía como una violación a las leyes de la naturaleza). Respecto a los judíos, la posición de Mussolini fue entonces clara al declarar que "los judíos se encuentran en Roma desde el tiempo de los reyes. Quizás los abastecieron de vestimenta después del rapto de las sabinas. Lloraron sobre el cadáver de Julio César y nunca fueron molestados." Sin embargo, bajo la presión de la "brutal amistad" con Hitler (The brutal friendship, es el titulo del libro que F.W. Deakin dedicó a los dos dictadores), a finales de l938 Mussolini introduce en Italia las leyes por la "defensa de la raza" que terminaron por enajenarle el consenso del pueblo que por lo general había convivido pacíficamente con los judíos.
La idea de nación italiana se remonta a Giuseppe Mazzini, quien a la palabra "nacionalismo" opuso la palabra "nacionalidad", es decir, identidad nacional, como proyecto que había que decidir y construir, como concepto histórico en constante devenir, dinámico, fruto de la libre voluntad del individuo: una identidad consciente, en oposición a la identidad inconsciente, inmóvil e inmutable de los alemanes. Mazzini ve a la nación no como una entidad autárquica sino como un medio necesario para la realización de una finalidad más alta: la Humanidad como "Patria de las patrias". Coherente con sus principios, Mazzini, después de fundar la "Joven Italia", fundó la "Joven Europa". Giuseppe Garibaldi, quien luchó en América y en Europa por la libertad y la independencia de pueblos hermanos, fue la encarnación a nivel popular del ideal de Mazzini. En l865, el jurista Mancini sintetizó así, de manera breve y concisa, las ideas del patriota de Génova: "La Providencia no dispensó a todas las naciones los mismos bienes y los mismos medios de satisfacción de las necesidades y deseos humanos y, al hacerlo así, quiso que cada una necesitara del apoyo de la otra, y que las diferentes nacionalidades se integraran y se complementaran hasta reconocerse como parte de una sola y orgánica unidad que es el genero humano."
En Alemania, J.G. Herder (1744-1803) es el primero en utilizar la palabra "nacionalismo", el primer teórico de la nación a la que daría cohesión la lengua. Cada pueblo es una unidad orgánica que expresa su alma a través del lenguaje: "El alma existe en cuanto habla", y el alma de la nación se manifiesta en la poesía popular, voz genuina de la naturaleza que debía mantenerse libre de crecer espontáneamente. El paso de la defensa de la lengua, a la que había que proteger de cualquier contaminación extranjera, a la defensa de la raza, resultó breve: el pueblo tenía que permanecer como un quid aparte, impermeable a la influencia de las demás naciones inclusive físicamente. Herder, quien nunca había hablado de la superioridad de la raza aria y además había defendido las razas "de color" en contra de la explotación colonialista, llegó a lamentar la mezcla con la sangre extranjera, y a criticar la influencia de otras culturas como la penetración del latín "la lengua de los monjes" en la lengua y la literatura germánicas. Inclusive, los viajes al extranjero constituían una enfermedad, un presagio de muerte, un contagio, un envenenamiento. La imperiosa exigencia autárquica de Herder se convirtió con Rosenberg en una verdadera obsesión biológica, al punto que Trotski la definió como "materialismo zoológico". El nazismo insistirá hasta el cansancio en la necesidad de mantener íntegra la raza, de regenerarla de las superestructuras que se habían acumulado alrededor del hombre ario. Anhelo utópico y anacrónico, ya que todas las naciones modernas están mezcladas. Demostración de que ni la raza ni la lengua son factores determinantes la dan los daneses y los noruegos quienes, aún hablando una lengua común y presentando un parecido físico, constituyen dos estados diferentes. En cambio, los suizos, que hablan tres lenguas diferentes, constituyen una nación Estado.
En fin, con respecto a Alemania se podría hablar de un nacionalismo que se mantuvo en la fase primitiva, en el sentido que le da Federico Chabod, quien subraya el hecho de que el nacionalismo primitivo y tosco se mantiene fiel a los sentimientos más primarios y viejos del hombre. Se trataría de la tendencia "natural" a venerar el lugar en donde se nació y se pasó la infancia, la preferencia por su propio idioma, los alimentos a los que está acostumbrado desde niño, etcétera. El hombre primitivo se siente orgulloso de sus características y de sus peculiaridades y, mientras más primitivo es, más marcados son su lazos endémicos y, por consiguiente, mayor la intensidad de sus sentimientos de grupo, el apego a la homogeneidad, a las semejanzas físicas y psíquicas que le harán considerar con desconfianza, cuando no con hostilidad al "otro", a lo foráneo, a lo diverso. Según Chabod (La idea de nación), Alemania se detuvo en ese estadio del nacionalismo primitivo, sin saber cómo elaborarlo en el sentimiento nacional moderno. Algo parecido sostiene Lévi-Strauss en La pensée sauvage, cuando habla del etnocentrismo ingenuo, a nivel de narcisismo primario. Las sociedades primitivas, dice, fijan las fronteras de la humanidad en los límites del grupo tribal, fuera del cual sólo perciben extranjeros, subhombres sucios y toscos, inclusive nohombres, animales peligrosos, etcétera.
La diferencia entre las dos ideas de nación salta a la vista y explica por qué Italia no llegó a los excesos de su aliada. Repetimos con G.A. Mosse: "sin una tradición que activar, nada se mueve", y con Marx: "la tradición de todas las generaciones muertas es un peso muy fuerte en el cerebro de los vivos". En la exaltación del elemento germánico, los teóricos del concepto de nación recurrieron al cliché del alemán y de la cepa germánica "nuevos hombres" fuertes y rubios, nuevas costumbres salvajes y buenas, mito que había nacido en el mundo romano, donde Tácito en su De Germania, pone a los germanos como modelo frente a los romanos del imperio el cual había entrado en una fase de decadencia y degeneración. El mito de la fuerza, la honradez y la libertad germánicas se difundió en la historiografía alemana, alimentando una pasión nacional desenfrenada y fanática, ofreciendo un fuerte aliciente a la megalomanía popular. "Aun si el mundo lo dispuso de manera diferente había sostenido F. Schiller (l759-1805), es preciso que quien forma el espíritu, inclusive cuando en su comienzo haya sido dominado termine por dominar. Los otros pueblos han sido la flor caduca; éste será el fruto dorado y duradero […] Cada pueblo tiene una jornada en su historia; la jornada de los alemanes será la cosecha de todas las edades." Cuando esta pasión nacional pasó del plan cultural al político, la primacía nacional que en Italia o Polonia era entendida como misión ética y civil, se transformó en Alemania en misión de predominio y de atropello del otro. J. G. Fichte (l762-l814), el padre del pangermanismo, sostiene a su vez en sus Discursos a la nación alemana, que "el pueblo metafísicamente predestinado tiene el derecho moral de realizar su destino con todos los medios de la astucia y de la fuerza

4 comentarios:

  1. Al parecer todo lo que implica ultra derecha bordea la locura, saludos de parte de cambiosentreguerras.blogspot.com

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  2. Creo que el fascismo ya sea visto del lado Alemán o Italiano fue muy extremo en ambas partes, lo cual definitivamente no fue bueno.

    Saludos: Fascismohistoria.tumblr.com

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  3. impresionante la diferencia entre las dos ideas de nación salta a la vista y explica por qué Italia no llegó a los excesos de su aliada
    atte:www.crisis1929.com

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  4. muy muy bueno muy extremo y fuertee , creo que se entendio bien
    http://cuartocmomerryland.blogspot.com/

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