miércoles, 29 de mayo de 2013

¿Como se interpreta el fascismo?

La interpretación de la idea fasista


Al hablar del fascismo, el problema que de inmediato se plantea es el de su génesis, cómo nació y cómo triunfó, después qué fue y cómo pudo llegar a la barbarie nazi de la "solución final", es decir, al exterminio de los judíos, al que hay que añadir el de los gitanos, de los cientos de miles de prisioneros de guerra, sobre todo rusos, homosexuales, disidentes políticos y poblaciones civiles de toda Europa; sin olvidar a los deformes y enfermos mentales que el nazismo consideraba "vidas indignas de ser vividas" y que fueron eliminados con la complicidad de la biomedicina alemana.
Han pasado sesenta años desde el final de la segunda guerra mundial y de la derrota del fascismo histórico y en los innumerables escritos que sobre él se han publicado sobresalen principalmente tres líneas de interpretación que resumimos a grandes rasgos. La primera, que limita el fascismo a los decenios entre las dos grandes guerras mundiales, lo considera un "paréntesis" sin ninguna vinculación con el pasado de Italia y Alemania; es decir, el fascismo como un fenómeno pasajero, contingente (que, sin embargo, duró veinte años en Italia y doce en Alemania), como una enfermedad que ataca de repente a un cuerpo sano y robusto. La segunda interpretación, a la que me adhiero y en la que me detendré, refuta la primera y sostiene que el génesis del fascismo hay que buscarlo en la realidad histórica de estos dos países; o sea, el fascismo como resultado de un pasado en el que estaban ya presentes los gérmenes patógenos que explotarían en la primera postguerra mundial. La tercera interpretación, la marxista (a la que no se adhirió un filósofo marxista refinado como Georg Lukács), atribuye, de manera muy simplista, el triunfo del fascismo al capitalismo que lo habría financiado.

En la primera interpretación del fascismo encontramos al filósofo Benedetto Croce y con él a Friedrich Meinecke, Julien Benda, Thomas Mann, entre los más sobresalientes. En su Historia de Europa en el siglo XIX, Croce describe una Europa "ordenada, vigorosa y segura de sí, floreciente en su comercio, abundante en comodidades, llevando una vida fácil". El mismo optimismo manifiesta el escritor Stefan Zweig, cuyo libro autobiográfico, El mundo de ayer, inicia textualmente: "Si intento hallar una fórmula cómoda para definir el tiempo que precedió la primera guerra mundial, el tiempo en que crecí, creo ser lo más conciso diciendo: fue la edad de oro de la seguridad." Es natural que Zweig, en su condición de judío proveniente de una rica familia burguesa, una vez desterrado de su Austria y en su infeliz exilio se suicidó como muchos otros judíos, rememore el pasado con nostalgia. Al contrario de Zweig, el escritor Walter Benjamin, él también judío y su contemporáneo nació en l892 y se suicidó en l940, vio en ese ayer un mundo de inseguridad, decadencia y descomposición.
Hay que analizar la tesis del filósofo Croce en el más amplio contexto europeo para darse cuenta de que su historia del siglo XIX es parcial. El siglo XIX no fue sólo el siglo de la lucha por la libertad contra el absolutismo, de las revoluciones liberales y nacionales, sino que fue también el siglo de la Revolución industrial que, al irradiarse de Gran Bretaña al continente europeo, cambió el rostro del planeta entero. La revolución industrial fue, sin duda, un triunfo titánico que aumentó la riqueza y el bienestar, pero sólo para determinadas clases, porque se trató de un progreso construido sobre la explotación y el sacrificio de millones de trabajadores que, de su condición de campesinos y artesanos, cayeron a la condición de proletarios supeditados de la manera más sórdida a un trabajo extenuante que no eximía ni a mujeres ni a niños (los más pequeños eran utilizados para limpiar los conductos de las chimeneas de las fábricas). Los primeros en levantar sus voces de indignación y protesta fueron los románticos ingleses: Blake, Shelley, Ruskin, Byron, Dickens, a los que se unió el industrial filántropo Robert Owen.

    Es un hecho que en el siglo XIX hubo revoluciones y luchas por la libertad en muchos países que todavía no habían logrado su independencia nacional. Pero también, paralelamente, masas de trabajadores al extremo de la fatiga, el hambre y la desocupación, empezaron a luchar por la satisfacción de sus necesidades primarias y por su emancipación. Empieza la organización masiva en contra de la opresión del capitalismo industrial, la constitución de partidos socialistas, ligas comunistas, sindicatos, cooperativas obreras y campesinas, acompañada por levantamientos, huelgas, cuya reacción fue el despliegue de violencia por parte del Poder. Desde entonces, y cito el inicio del Manifiesto del partido comunista, de Karl Marx de l848, "un espectro recorre Europa: el espectro del comunismo". En fin, resultado de la Revolución industrial fue el advenimiento de las masas que transtornó definitivamente el cuadro de la sociedad burguesa. En el siglo XX serán esas masas las que apoyarán los movimientos subversivos tanto de derecha como de izquierda.
Insisto, los decenios anteriores a la primera guerra mundial no fueron el mundo seguro que presenta Benedetto Croce, fueron más bien años de convulsión resueltos momentáneamente con manejos diplomáticos. No se puede negar el hecho de que Europa gozó de paz a partir de la guerra franco-prusiana de l870 hasta l914, con excepción de la cruenta guerra anglo-bóer que fue combatida afuera del continente europeo. Sin embargo, esos decenios (casi medio siglo) estuvieron cargados de tensión, y el equilibrio europeo se mantuvo siempre precario, en la cuerda floja, entre alianzas, pactos, sospechas, discordias, competencia por la conquista de los mercados, la amenaza siempre latente del pangermanismo de Prusia y su creciente militarización, la violencia del movimiento anarquista que mantenía en agitación a todo el continente; sin contar la masacre turca, en l894-1896, de 300 mil armenios a la que siguió en l915 otra de más de setecientos mil (el primer genocidio del siglo XX). Mientras tanto, continuaba sin solución el problema social creado por la industrialización, que por un lado impulsaba la emigración en masa un verdadero éxodo de las clases desheredadas hacia América y, por otro, suscitaba un odio difuso hacia la economía de mercado, que en el siglo XX desembocaría en una especie de erupción volcánica.

6 comentarios:

  1. Interesante forma de analizar el fascismo, creo que la información que están aportando es buena y la abarcan desde diferentes puntos de vista, que le proporcionan al lector una amplia gama de visiones de este periodo.
    Firma: Fascismohistoria.tumblr.com

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  2. Que bueno que los trabajadores hayan luchado por necesidades primarias y su emancipaciòn.
    atte: http://20cultural.blogspot.com

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  3. muy buena información entregada en este blog ya que explica muy bien la lucha que hubo contra libertad en muchos paises y la independencia nacional felicitaciones
    atte:www.crisis1929.com

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  4. Me gusta la manera en que se expresa la información y las diferntes perspectivas que entrega
    http://cambiospos-primeraguerra.blogspot.com/

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  5. gran informacion de mucho interes y muy clara felicitaciones

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