miércoles, 29 de mayo de 2013

La historia del fascismo

                                                                presentación





en este blog se tratara la historia del fascismo como un acontecimiento que marco la historia de Italia y el mundo, el principal objetivo es entregar una definición de fascismo como movimiento político e ideología política, también mostraremos como fue el periodo fascista y las consecuencias que este tuvo en la sociedad y por ultimo como termino este poseso y las marcas que dejo en la historia.

                                         objetivos del blog

*el objetivo de este blog es principalmente entregar información sobre este tema.
*aclarar dudas que puedan existir sobre el fascismo.
*brindar información a las persona interesadas en el tema.
*principalmente ayudar a los estudiantes en general, como también a las personas que solo buscan informarse un poco mas sobre el tema.

                                          autores del blog

*  Matias Arce
*  Ivo Olivares
* Cristobal Madrid





Fascismo Italiano



El fascismo fue un movimiento político del siglo XX que surgió en el Reino de Italia tras la Primera Guerra Mundial, dando origen a la llamada Italia fascista.


Nació en parte como reacción a la Revolución Bolchevique de 1917 y a las fuertes peleas sindicales de trabajadores y braceros que culminó en el bienio rojo, en parte como crítica respecto a la sociedad liberal-democrática, que salió maltrecha de la experiencia de la Primera Guerra Mundial.


El nombre deriva de la palabra italiana fascio (latín: fascis). La palabra, en la antigua Roma, era usada como símbolo de la unión de los luchadores. El símbolo fascista es el Fasces romano que significaba el poder del régimen, en particular el poder jurisdiccional.
Gran Bretaña y Francia se comprometieron a que en caso de victoria, Italia recibiría importantes compensaciones territoriales en el norte de Italia, el Adriático y en África. Pero, una vez acabada la guerra, Italia solo obtuvo uno pequeños territorios. Los italianos se sintieron decepcionados y decían que Italia había sido engañada por los aliados y sólo había obtenido una < victoria mutilada>.



Benito Mussolini, antiguo militante socialista, era un ex combatiente que supo conectar con los anhelos de muchos antiguos soldados, que volvían de la guerra decepcionados y sin trabajo. En poco tiempo Mussolini creó en Milán la primera agrupación fascista (marzo de 1919), embrión del Partido Nacional Fascista (1921). El nuevo partido se caracterizaba por su nacionalismo exacerbado, la voluntad de implantar una dictadura, el uso de una simbología característica y finalmente, la reivindicación bastante vaga de cierta reforma social.


Italia estaba sumergida en una grave crisis económica, el país vivía permanentemente en un clima de enfrentamiento social: los obreros protagonizaban grandes movimientos huelguísticos en reivindicación de mejoras salariales, mientras que los campesinos pobres pedían tierras y ocupaban los latifundios de los terratenientes. Mussolini aprovechó la crisis política en que vivía Italia para organizar una demostración de fuerza, la Marcha sobre Roma (octubre de 1922), que consistió en la llegada a esta ciudad de miles de fascistas procedentes de todos los rincones del país. El rey, impresionado por la fuerza del fascismo, nombró a Mussolini jefe de gobierno.


Ya en el poder, Mussolini cambió la ley electoral para ganar con comodidad las elecciones; una vez dispuso de mayoría absoluta, expulsó del Parlamento a los diputados de la oposición, ilegalizó los partidos y sindicatos, salvo el fascista y, finalmente, proclamó la dictadura fascista. Mussolini fue considerado il Duce, “ el caudillo” y gozaba de una poder casi ilimitado.


El Fascismo es una gran movilización de fuerzas materiales y morales. ¿Qué se propone? Lo decimos sin falsas modestias: gobernar la nación. ¿De qué modo? Del modo necesario para asegurar la grandeza moral y material del pueblo italiano. Hablemos francamente: no importa el modo concretamente, no es antiético, ni convergente con el socialismo, sobre todo aspira a la reorganización nacional y política de nuestro país. Nosotros cambiamos los valores tradicionales, que el socialismo continúe o desaparezca, pero sobre todo, el espíritu fascista se refugia en todo lo que es arbitrario sobre el misterioso futuro.


Benito Mussolini, 19 de agosto de 1921 — Diario della Volontà

Fascismo Aleman


Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, fueron complejos tanto en el plano económico como en el plano político. Como resultado de ésta, nos encontramos frente a una Europa devastada, sus potencias habían perdido la magnitud de la época anterior a la gran guerra, surgiendo la supremacía estadounidense en materia económica, siendo esta el principal motor de paz e inyector económico para las naciones europeas gravemente afectadas.El viraje político fue considerable en el periodo desarrollado entre guerras, surgiendo movimientos extremos de izquierda y derecha.

La gran depresión económica de los años treinta trajo consigo el incremento de movimientos obreros sindicales, los partidos socialistas acrecentaron los niveles de adhesión marcando claramente un viraje a la izquierda en coalición con sectores socialdemócratas.En noviembre de 1918 los obreros y los marineros de la flota de guerra de Alemania encabezaron una revolución que pedía el fin de la guerra y la democratización del país.
      El emperador Guillermo II, falto de apoyo, tuvo que abdicar; de inmediato, se proclamó la República. La nueva república alemana, que se conocía con el nombre de República de Weimar porque la constitución se aprobó en esta ciudad, tuvo que hacer frente a una situación muy crítica derivada de las consecuencias del trato de Versalles y las reparaciones de guerra.

En el caso alemán la reconstrucción de la paz y la economía tras la guerra estuvo a cargo de Weimar, quien no pudo palear estos efectos , constituyéndose Alemania como una de los países mas afectados , cayendo en una grave cesantía y caos social , la coalición centro izquierda se deshizo a principios del 30´ institucionalizando un gobierno por decreto de Heinrich Brüning, su mandato no tuvo gran relevancia en la superación de la crisis en el pueblo alemán , como consecuencia de esto comienzan a gestarse en el ideario colectivo una adherencia al fascismo ya impulsado por Mussolini en Italia.


Terminada la guerra, Alemania se hallaba en una situación caótica. Adolf Hitler ingresó en un pequeño partido, el Partido Obrero Alemán, del que pronto fue el líder. Este partido rechazaba el tratado de Versalles, pedía el rearme de Alemania, la unión con Austria, la participación de los obreros en los beneficios empresariales y sobre todo, propugnaba un antisemitismo feroz. El partido que poco después se denominó Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán o partido nazi, organizó un golpe de estado (noviembre de 1923), que fue un completo fracaso. Hitler fue encarcelado y el nazismo perdió su fuerza inicial.



Pero las cosas cambiaron radicalmente tras el crac de 1929. Los capitalistas
norteamericanos repatriaron el capital invertido en Alemania, lo cual ocasionó la quiebra
de muchas empresas alemanas, y por consiguiente, la aparición de un amplio número de
parados. Hitler supo aprovecharse del descontento popular: el partido nazi pronto se
convirtió en el grupo mayoritario del Parlamento, y Hitler fue nombrado canciller. Los
nazis aprovecharon el poder conseguido democráticamente para instaurar una dictadura,
de la que Hitler, proclamado Führer,”conductor”, era el líder indiscutido.

¿Como se interpreta el fascismo?

La interpretación de la idea fasista


Al hablar del fascismo, el problema que de inmediato se plantea es el de su génesis, cómo nació y cómo triunfó, después qué fue y cómo pudo llegar a la barbarie nazi de la "solución final", es decir, al exterminio de los judíos, al que hay que añadir el de los gitanos, de los cientos de miles de prisioneros de guerra, sobre todo rusos, homosexuales, disidentes políticos y poblaciones civiles de toda Europa; sin olvidar a los deformes y enfermos mentales que el nazismo consideraba "vidas indignas de ser vividas" y que fueron eliminados con la complicidad de la biomedicina alemana.
Han pasado sesenta años desde el final de la segunda guerra mundial y de la derrota del fascismo histórico y en los innumerables escritos que sobre él se han publicado sobresalen principalmente tres líneas de interpretación que resumimos a grandes rasgos. La primera, que limita el fascismo a los decenios entre las dos grandes guerras mundiales, lo considera un "paréntesis" sin ninguna vinculación con el pasado de Italia y Alemania; es decir, el fascismo como un fenómeno pasajero, contingente (que, sin embargo, duró veinte años en Italia y doce en Alemania), como una enfermedad que ataca de repente a un cuerpo sano y robusto. La segunda interpretación, a la que me adhiero y en la que me detendré, refuta la primera y sostiene que el génesis del fascismo hay que buscarlo en la realidad histórica de estos dos países; o sea, el fascismo como resultado de un pasado en el que estaban ya presentes los gérmenes patógenos que explotarían en la primera postguerra mundial. La tercera interpretación, la marxista (a la que no se adhirió un filósofo marxista refinado como Georg Lukács), atribuye, de manera muy simplista, el triunfo del fascismo al capitalismo que lo habría financiado.

En la primera interpretación del fascismo encontramos al filósofo Benedetto Croce y con él a Friedrich Meinecke, Julien Benda, Thomas Mann, entre los más sobresalientes. En su Historia de Europa en el siglo XIX, Croce describe una Europa "ordenada, vigorosa y segura de sí, floreciente en su comercio, abundante en comodidades, llevando una vida fácil". El mismo optimismo manifiesta el escritor Stefan Zweig, cuyo libro autobiográfico, El mundo de ayer, inicia textualmente: "Si intento hallar una fórmula cómoda para definir el tiempo que precedió la primera guerra mundial, el tiempo en que crecí, creo ser lo más conciso diciendo: fue la edad de oro de la seguridad." Es natural que Zweig, en su condición de judío proveniente de una rica familia burguesa, una vez desterrado de su Austria y en su infeliz exilio se suicidó como muchos otros judíos, rememore el pasado con nostalgia. Al contrario de Zweig, el escritor Walter Benjamin, él también judío y su contemporáneo nació en l892 y se suicidó en l940, vio en ese ayer un mundo de inseguridad, decadencia y descomposición.
Hay que analizar la tesis del filósofo Croce en el más amplio contexto europeo para darse cuenta de que su historia del siglo XIX es parcial. El siglo XIX no fue sólo el siglo de la lucha por la libertad contra el absolutismo, de las revoluciones liberales y nacionales, sino que fue también el siglo de la Revolución industrial que, al irradiarse de Gran Bretaña al continente europeo, cambió el rostro del planeta entero. La revolución industrial fue, sin duda, un triunfo titánico que aumentó la riqueza y el bienestar, pero sólo para determinadas clases, porque se trató de un progreso construido sobre la explotación y el sacrificio de millones de trabajadores que, de su condición de campesinos y artesanos, cayeron a la condición de proletarios supeditados de la manera más sórdida a un trabajo extenuante que no eximía ni a mujeres ni a niños (los más pequeños eran utilizados para limpiar los conductos de las chimeneas de las fábricas). Los primeros en levantar sus voces de indignación y protesta fueron los románticos ingleses: Blake, Shelley, Ruskin, Byron, Dickens, a los que se unió el industrial filántropo Robert Owen.

    Es un hecho que en el siglo XIX hubo revoluciones y luchas por la libertad en muchos países que todavía no habían logrado su independencia nacional. Pero también, paralelamente, masas de trabajadores al extremo de la fatiga, el hambre y la desocupación, empezaron a luchar por la satisfacción de sus necesidades primarias y por su emancipación. Empieza la organización masiva en contra de la opresión del capitalismo industrial, la constitución de partidos socialistas, ligas comunistas, sindicatos, cooperativas obreras y campesinas, acompañada por levantamientos, huelgas, cuya reacción fue el despliegue de violencia por parte del Poder. Desde entonces, y cito el inicio del Manifiesto del partido comunista, de Karl Marx de l848, "un espectro recorre Europa: el espectro del comunismo". En fin, resultado de la Revolución industrial fue el advenimiento de las masas que transtornó definitivamente el cuadro de la sociedad burguesa. En el siglo XX serán esas masas las que apoyarán los movimientos subversivos tanto de derecha como de izquierda.
Insisto, los decenios anteriores a la primera guerra mundial no fueron el mundo seguro que presenta Benedetto Croce, fueron más bien años de convulsión resueltos momentáneamente con manejos diplomáticos. No se puede negar el hecho de que Europa gozó de paz a partir de la guerra franco-prusiana de l870 hasta l914, con excepción de la cruenta guerra anglo-bóer que fue combatida afuera del continente europeo. Sin embargo, esos decenios (casi medio siglo) estuvieron cargados de tensión, y el equilibrio europeo se mantuvo siempre precario, en la cuerda floja, entre alianzas, pactos, sospechas, discordias, competencia por la conquista de los mercados, la amenaza siempre latente del pangermanismo de Prusia y su creciente militarización, la violencia del movimiento anarquista que mantenía en agitación a todo el continente; sin contar la masacre turca, en l894-1896, de 300 mil armenios a la que siguió en l915 otra de más de setecientos mil (el primer genocidio del siglo XX). Mientras tanto, continuaba sin solución el problema social creado por la industrialización, que por un lado impulsaba la emigración en masa un verdadero éxodo de las clases desheredadas hacia América y, por otro, suscitaba un odio difuso hacia la economía de mercado, que en el siglo XX desembocaría en una especie de erupción volcánica.

Fascismo como una idea



Como podemos apreciar en este vídeo, se muestran la ideas  que surgieron en el régimen de Benito Musolini, y el nazismo como futura adherencia.
 


















Estas imágenes representan cabalmente la manera de funcionar de un régimen fascista totalitario

Los factores que caracterizan a un Régimen Totalitario son los siguientes:

La existencia de una ideología oficial que es vista como incontrovertible.

Un solo partido político dirige a la nación.

Este partido político cuenta con la membresía del 15% de la población civil.

La estructura gubernamental es establecida por el partido.

La existencia de un grupo armado o policía secreta leal a los intereses del partido.

Medios de comunicación altamente restringidos cuyo propósito principal es indoctrinar a la población civil.

Estado tiene el monopolio sobre el poder de coerción.

La economía nacional es controlada y dirigida por el partido.

martes, 28 de mayo de 2013

¿Como se interpreta el fascismo?

                                            La interpretación de la idea fasista


Al hablar del fascismo, el problema que de inmediato se plantea es el de su génesis, cómo nació y cómo triunfó, después qué fue y cómo pudo llegar a la barbarie nazi de la "solución final", es decir, al exterminio de los judíos, al que hay que añadir el de los gitanos, de los cientos de miles de prisioneros de guerra, sobre todo rusos, homosexuales, disidentes políticos y poblaciones civiles de toda Europa; sin olvidar a los deformes y enfermos mentales que el nazismo consideraba "vidas indignas de ser vividas" y que fueron eliminados con la complicidad de la biomedicina alemana.
Han pasado sesenta años desde el final de la segunda guerra mundial y de la derrota del fascismo histórico y en los innumerables escritos que sobre él se han publicado sobresalen principalmente tres líneas de interpretación que resumimos a grandes rasgos. La primera, que limita el fascismo a los decenios entre las dos grandes guerras mundiales, lo considera un "paréntesis" sin ninguna vinculación con el pasado de Italia y Alemania; es decir, el fascismo como un fenómeno pasajero, contingente (que, sin embargo, duró veinte años en Italia y doce en Alemania), como una enfermedad que ataca de repente a un cuerpo sano y robusto. La segunda interpretación, a la que me adhiero y en la que me detendré, refuta la primera y sostiene que el génesis del fascismo hay que buscarlo en la realidad histórica de estos dos países; o sea, el fascismo como resultado de un pasado en el que estaban ya presentes los gérmenes patógenos que explotarían en la primera postguerra mundial. La tercera interpretación, la marxista (a la que no se adhirió un filósofo marxista refinado como Georg Lukács), atribuye, de manera muy simplista, el triunfo del fascismo al capitalismo que lo habría financiado.

En la primera interpretación del fascismo encontramos al filósofo Benedetto Croce y con él a Friedrich Meinecke, Julien Benda, Thomas Mann, entre los más sobresalientes. En su Historia de Europa en el siglo XIX, Croce describe una Europa "ordenada, vigorosa y segura de sí, floreciente en su comercio, abundante en comodidades, llevando una vida fácil". El mismo optimismo manifiesta el escritor Stefan Zweig, cuyo libro autobiográfico, El mundo de ayer, inicia textualmente: "Si intento hallar una fórmula cómoda para definir el tiempo que precedió la primera guerra mundial, el tiempo en que crecí, creo ser lo más conciso diciendo: fue la edad de oro de la seguridad." Es natural que Zweig, en su condición de judío proveniente de una rica familia burguesa, una vez desterrado de su Austria y en su infeliz exilio se suicidó como muchos otros judíos, rememore el pasado con nostalgia. Al contrario de Zweig, el escritor Walter Benjamin, él también judío y su contemporáneo nació en l892 y se suicidó en l940, vio en ese ayer un mundo de inseguridad, decadencia y descomposición.
Hay que analizar la tesis del filósofo Croce en el más amplio contexto europeo para darse cuenta de que su historia del siglo XIX es parcial. El siglo XIX no fue sólo el siglo de la lucha por la libertad contra el absolutismo, de las revoluciones liberales y nacionales, sino que fue también el siglo de la Revolución industrial que, al irradiarse de Gran Bretaña al continente europeo, cambió el rostro del planeta entero. La revolución industrial fue, sin duda, un triunfo titánico que aumentó la riqueza y el bienestar, pero sólo para determinadas clases, porque se trató de un progreso construido sobre la explotación y el sacrificio de millones de trabajadores que, de su condición de campesinos y artesanos, cayeron a la condición de proletarios supeditados de la manera más sórdida a un trabajo extenuante que no eximía ni a mujeres ni a niños (los más pequeños eran utilizados para limpiar los conductos de las chimeneas de las fábricas). Los primeros en levantar sus voces de indignación y protesta fueron los románticos ingleses: Blake, Shelley, Ruskin, Byron, Dickens, a los que se unió el industrial filántropo Robert Owen.

    Es un hecho que en el siglo XIX hubo revoluciones y luchas por la libertad en muchos países que todavía no habían logrado su independencia nacional. Pero también, paralelamente, masas de trabajadores al extremo de la fatiga, el hambre y la desocupación, empezaron a luchar por la satisfacción de sus necesidades primarias y por su emancipación. Empieza la organización masiva en contra de la opresión del capitalismo industrial, la constitución de partidos socialistas, ligas comunistas, sindicatos, cooperativas obreras y campesinas, acompañada por levantamientos, huelgas, cuya reacción fue el despliegue de violencia por parte del Poder. Desde entonces, y cito el inicio del Manifiesto del partido comunista, de Karl Marx de l848, "un espectro recorre Europa: el espectro del comunismo". En fin, resultado de la Revolución industrial fue el advenimiento de las masas que transtornó definitivamente el cuadro de la sociedad burguesa. En el siglo XX serán esas masas las que apoyarán los movimientos subversivos tanto de derecha como de izquierda.
Insisto, los decenios anteriores a la primera guerra mundial no fueron el mundo seguro que presenta Benedetto Croce, fueron más bien años de convulsión resueltos momentáneamente con manejos diplomáticos. No se puede negar el hecho de que Europa gozó de paz a partir de la guerra franco-prusiana de l870 hasta l914, con excepción de la cruenta guerra anglo-bóer que fue combatida afuera del continente europeo. Sin embargo, esos decenios (casi medio siglo) estuvieron cargados de tensión, y el equilibrio europeo se mantuvo siempre precario, en la cuerda floja, entre alianzas, pactos, sospechas, discordias, competencia por la conquista de los mercados, la amenaza siempre latente del pangermanismo de Prusia y su creciente militarización, la violencia del movimiento anarquista que mantenía en agitación a todo el continente; sin contar la masacre turca, en l894-1896, de 300 mil armenios a la que siguió en l915 otra de más de setecientos mil (el primer genocidio del siglo XX). Mientras tanto, continuaba sin solución el problema social creado por la industrialización, que por un lado impulsaba la emigración en masa un verdadero éxodo de las clases desheredadas hacia América y, por otro, suscitaba un odio difuso hacia la economía de mercado, que en el siglo XX desembocaría en una especie de erupción volcánica.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Origenes del Facismo Italiano

                                                    La génesis del estado fascista

generalmente se atribuye a la crisis que azoto a Italia después de la primera guerra mundial, ligada al conflicto con Francia, gran bretaña y Rusia (pese a su inicial partisipacion en el bando opuesto), salio vencedora del conflicto, pero con serios problemas económicos, sociales y políticos.

  La palabra "fascismo", inicialmente usada para designar el movimiento y luego régimen que se afirmó en Italia en l922, ha trascendido el ámbito italiano y se ha generalizado hasta volverse una etiqueta que se aplica a todos los movimientos y partidos de derecha que surgieron en Europa después de la primera guerra mundial de l914-18.

Se trata de una generalización debida al hecho de que el fascismo italiano fue el primero que triunfó, constituyendo así una especie de arquetipo para los fascismos posteriores que, al afirmarse en diferentes contextos histórico-culturales, se configuraron de manera diferente. Por cierto, se puede hablar del fascismo en general en cuanto presenta, en dondequiera se haya manifestado, elementos ideológicos comunes, fundamentalmente el rechazo a la democracia parlamentaria y al comunismo soviético, así como el sometimiento de la masa al "caudillo", pero esto no implica su homogeneidad. Muchas son, por ejemplo, las divergencias entre el fascismo italiano y el alemán debido a la diversidad de la tradición cultural, usos y costumbres, sensibilidad y mentalidad de los dos países. Por supuesto, un estudio comparativo ayuda a conocer las peculiaridades de cada uno de ellos. Aquí me referiré sólo a los dos fascismos que, habiendo llegado al poder, tuvieron un papel protagónico determinante en la historia mundial de la primera mitad del siglo XX, es decir, al italiano y al alemán.